Sin embargo, para ser un animal era practicamente ciego, esta especie americana es increíblemente rápida: es el animal que come con más rapidez, con la capacidad de comer un insecto en menos de un cuarto de segundo.
Cuando este pequeño y confuso carnívoro se abre camino entre tierras blandas, sube y baja su cabeza constantemente. En el oscuro mundo subterráneo de este topo, el sentido de la vista es inútil. En su lugar, siente un mundo que palpita, lleno de posibles presas. El topo caza inclinando su cabeza hacia el suelo tan rápido como le resulta posible, pudiendo tocar entre 10 y 12 puntos diferentes en un solo segundo.
Parece algo aleatorio, pero no lo es. Con cada contacto, 100.000 fibras nerviosas envían información a su cerebro. Eso supone cinco veces más sensores táctiles de los que encontramos en una mano humana, todos contenidos en una nariz más pequeña que la punta de un dedo.
Además, su “estrella” es el órgano táctil más sensible conocido para cualquier mamífero. Dicho órgano, situado en el hocico, contiene más de 100.000 fibras nerviosas, cinco veces más que las que posee la mano humana.
Desde la perspectiva neurológica, su sentido del tacto reproduce nuestro sentido de la vista. En el centro del órgano estrellado se halla una pequeña área llamada fóvea táctil, que el topo utiliza para todas sus exploraciones más detalladas. Aunque los ojos reales del topo son básicamente inútiles.
Perdón adaptativas
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